Maria Flawia Litwin terminó su máster en Bellas Artes en la York University (Toronto, Canadá) en 2011 y desde entonces ha tenido varias exposiciones individuales y hecho residencias artísticas que han enriquezido su extensa obra. Litwin es una artista visual que creció en Polonia y Australia, entre tres idiomas, ya que también vivió en París. Para ella la imagen es una forma perfecta de expresarse fuera del lenguaje. Si bien en su Máster se especializó en escultura, su obra no tiene un medio específico: se mueve fácilmente entre instalaciones textiles y la performance, de la actuación al videoarte o la escritura de ficción.
A María le interesa hacer imágenes como sustituto a las respuestas sobre el mundo que la rodea. En su proyecto especifico para Airgentum ha querido explorar emociones profundas como la tristeza a través del movimiento dentro del paisaje, preocupaciones existenciales que nacieron en la exploración. En sus propias palabras:
“Mis obras son mensajes en botellas a aquellos que estuvieron antes de mí, a aquellos que están lejos y aquellos que están en el futuro. Mandar un mensaje es fútil. El mensaje en sí puede ser absurdo y tal vez irrelevante. Y sin embargo, es en esta futilidad existencial absurda en la que encuentro sentido.”
Airgentum buscó sinergías con artistas locales y de ellas nació una colaboración con la bailarina contemporánea Anika Burton. Anika es una bailarina de danza Butoh-Tao, se enamoró de este baile tradicional japonés y viajó a Tokio para aprenderlo de los mejores profesionales. Además de bailarina y coreógrafa, Anika es también ilustradora. La conexión entre las dos artistas fue casi inmediata.
Trabajamos todos juntos buscando el lugar perfecto y lo encontramos en los campos que rodean Castilblanco, en el borde del parque natural Sierra Norte. Nos despertamos a la noche para llegar allá antes del amanecer para intentar capturar la luz bella y surreal que aparece durante unos minutos al amanecer y al atardecer.
Buscando la luz perfecta, la bailarina y la artista dejando que sus emociones conecten con el paisaje de tierra roja y agrietada, improvisaron una coreografía natural y espontánea en la que sus movimientos son como un filtro que deja que el paisaje se exprese solo.
Juntas en el desierto antes del amanecer,
en el desierto antes del amanecer nos encontramos.Atravezamos la tierra caminando, tierra latente de rojo y humedad,
esperando a agrietarse con el calor del sol.
Venimos a hacer una pregunta.¿Qué es la tristeza en el paisaje?
Preguntamos con respeto, desnudadas de convenciones; nuestros cuerpos desnudos, frágiles, en las manos de la Naturaleza para aguantar o desaparecer. La tierra mancha nuestra piel, los pies navigan torpemente las sensaciones desconocidas mientras volvemos a aprender a caminar sobre la tierra.¿Qué es la tristeza en el paisaje?
Nuestros cuerpos tiemblan, convirtiéndose en uno con la tierra roja, piel atascada, envuelto en la quietud ominosa del desierto.El sonido de las semillas germinando, una interrupción a nuestras presuposiciones. El mar árido de tierra roja no lo es.
Morir, vivir, morir, vivir, morir, vivir, morir, vivir.
Susurra el paisaje
liberándonos de nuestra pregunta.
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